galaneadelrio

Un proyecto de Mikel Hirie


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Galanea del Rio es el pueblo más bonito de Ávila y con mucho futuro. No lo digo yo, nos lo han dicho todos los políticos que nos han visitado en campaña electoral. Hemos tenido todos los días mítines en la plaza de Laura Salazar, y con muchas promesas. Yo me conformo con que nos mejoren el suministro de agua, electricidad y de internet. Me parece bien que arreglen la carretera del rio. Estupendo el nuevo centro cívico rural, con la biblioteca, la actividades y las salas para poder reunirnos y estar. Imprescindible que nos mantengan el consultorio médico. Interesante que monten en el pueblo el centro de emprendimiento rural. Cuidado con lo de convertir Galanea en un destino turístico, por el rio y la iglesia, el castillo, el palacio, el monasterio, el puente, el bosque, pero bienvenidas las medidas para evitar el despoblamiento rural. Hay que asegurar que siga abierto el bar, el supermercado, la farmacia, la peluquería y el hostal. Ya tenemos suficiente con los 60 chalets y hay que evitar que construyan más. Y hay que invertir en la carretera que nos une con Madrigal y con Cantalapiedra. De lo de las macrogranjas de animales, hoy no voy a hablar. Votaremos el domingo en la escuela.


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Me compré una casa aqui en Galanea del Rio, la de la calle Gertrudis Larteca número 14, la escritora de libros de autoayuda que nacio y vivió en este pueblo, la autora de “Las moscas no me dejan dormir”, “No me gustan las paellas con aceitunas”, “Virginidad y castidad laica”, “Tu lugar no esta aquí”, “23 trucos para ser invitada a una fiesta”, “De los nervios”, “Rutinas morbidas”, “La mujer barbuda con alas”, “Biografía no autorizada de Pepa Flores”, “Me gustan grandes”, “Los mejores momentos para bajar al mercado”, “Tombolas, churrerias y puestos de castañas”, “Vete a dormir, mañana madrugas”,”Anatomía musical de Julio Iglesias” y “Una manera sensata de decir te quiero”. Quizás porque ella nació, vivió y escribió aquí, su filosofía practica para la felicidad se me ha ido contagiando. Me compré una casa aqui en Galanea del Rio, hace ahora cinco años, y la he ido convirtiendo en mi nave especial de operaciones para pensar, sentir y planificarme, y hasta aqui vengo muchos fines de semana, solo. “Aquella primavera, muy decepcionada, aprendi a inspirarme para sobrevivir con los catalogos de Carrefour” escribió Gertrudis Larteca en “Compras, ofertas, descuentos y otras frivolidades”. Ayer, para desenfadarme con el mundo volvi a reeleer sus 183 páginas.


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Fue el año pasado. Un día como hoy. Conocí a Javi en el concierto de Love of Lesbian, 14 de mayo, 2019, Galanea del Rio, fiestas de la virgen de Nori. Noche de calor. Yo con tres amigas. Nos rozamos por casualidad cuando cantaron “1999”. Pensé que era uno de esos babosos que aprovechan la multitud para acariciar. Pero no. Le miré y me fije en sus ojos y en su mirada triste, frágil, parecía inocente. Le sentí auténtico, entregado, cantando la canción. Le imaginé tierno, y herido, desnudándose en cada una de las palabras que cantaba Santi. “¡Oh, cállate!”, gritaba con él, con nosotros, con ellos. Le miré sexual porque sentí el magnetismo de ser y estar, allí, con él. Yo atraída. Javi no es un tipo guapo pero le vigile: pantalón corto, verde, camiseta de la banda, con gafas, en metálico gris. Y le rocé por primera vez, intencionadamente, al bailar, carnal y emocional. Luego tocaron “Dónde solíamos gritar”, y le volví a rozar con mas atrevimiento, sin disimulo. Javi me miró a los ojos, y me dedico sus primeras palabras “ahí están, vertical y transversal, soy grito y soy cristal, justo el punto medio…”, después, la danza colectiva frenética, nos atrapó. Llegó el deseo. Con el “Oniria e insomnia” me deje llevar, por él. “Bailando en la cornisa del piso 23”. Y con el “Club de fans de Jhon Boy”, ya fue brutal. Y ya luego después pasó lo que tenia que pasar. Y se quedo, porque tenía que ocurrir. Afortunadamente. Y ahí esta, tumbado en el sofá del salón. Fantástico entretenimiento para estos tiempos de incertidumbre y complejidad.


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Fue el 16 de junio del 18, y era sábado. A las 22,30 apagaron las luces de la plaza Mayor, y se encendieron las del escenario, para que se arrancará el furor de los que estábamos allí, excitados, porque habíamos llegado para disfrutar en el concierto. Si, “furor”, lo he mirado en el diccionario,  “arrebato o entusiasmo creador de un artista”, lo que éramos, lo que sentíamos, lo que buscábamos. Y comenzamos a saltar porque ellos nos empujaron cantando. Estábamos en Galanea del Rio, provincia de Ávila, en la casa del Irina, porque su familia es de allí. Y esa tarde nos habíamos bañado sin peligros ni riesgos en el rio Arebil, todos sin bañador. Y allí “todo se respira mejor”. Habíamos llegado el día anterior,en la furgoneta de Ines, ella muy hasta los ovarios por aquellas miserias del cabrón de su ex con la alienación parental. Habíamos venido con Lucas, él, muy hasta los huevos , desde el desahucio provocado por la precarización. Habíamos venido Marga y yo, hasta los mismos, exhaustos para conseguir fondos porque nuestro hijo pequeño tiene una de esas enfermedades raras que no tienen pasta para la investigación. Irina con su esclerosis y Lucia jodida por el puto Alzheimer de su padre mayor. En el único bar del pueblo, “Casa José”, nos entretuvimos con los cafés y las cervezas, nos evadimos con carcajadas, porque ese fin de semana solo buscábamos diversión. Ellos cantaban, yo recordé lo que me has dicho, que ya no tengo edad para saltar con los Varry Brava en ningun concierto, festejo o festival de ocasión. ¡Porque tú lo digas! “Conozco el sitio perfecto, y solo pienso en llegar…”  | Con la música de Varry Brava, “El sitio perfecto”


5

Marisa también tenía y tiene un chalet en Galanea del Rio. La conocí hace tres años, fuimos más que amigos, y lo pasamos bien, tardé todo ese tiempo en darme cuenta que en realidad ella buscaba de mi mis atenciones y cuidados, mis detalles, que la escuchase y me preocupase por ella. Pero Marisa era incapaz de atender y cuidar, de escuchar, de preocuparse por mí. Ella siempre conducía las conversaciones hacia si, y revolcaba las situaciones para protagonizarlo todo. A Marisa le encantaba sentirse atractiva y deseada. Lo que más me dolió fue tardar en darme cuenta de lo que ocurría allí. Era tal nuestra ceguera que ninguno de los dos nos vimos. Ella ansiosa, buscando ser popular y encantadora. Yo, aunque masculino, esperando convivir en sintonía, intercambiar. Ella disfrutando de jugar, yo intenso, cargado de expectativas no románticas, pero si humanas, auténticas, emocionalmente intimas, para conectarnos. Luego además supe que mentía para sobrevivir con naturalidad al show, y que le fascinaba coquetear, elegante y sensual por aquí, por allí, por allá. Yo me perdí confundido en la frialdad de su ego inmenso, esperando nuevas reacciones inesperadas, subterráneas, imprevisibles, cautivadoras. Esperando mi turno en la tómbola de la feria. No pudo ser porque ella me cambió por Pablo, por Marcos y por Julián.


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Fue en Galanea del Rio, en las fiestas de la Virgen del Entusiasmo, en la verbena de los Zurni Brothers. Yo estaba con mi cuadrilla de verano, ninguno del pueblo, yo tampoco. Bailábamos con el alcohol. «…para bailar, esto es una bomba…». «Eva María se fue buscando el sol en la playa». «Porque hoy, voy a pasarmelo bien…». «Porque tenia una mujer dentro del armario…». Yo estaba en casa de mis abuelos, con mi hermana la mayor, era julio, y mis padres trabajando, en Albacete. Los Zurni Brothers cantaron «Paquito Chocolatero» y «Dame veneno que quiero morir…» a las dos de la mañana, y volvimos al bar. Yo tenia 19 años. Tú ya sabes como son estos festejos multitudinarios veraniegos campestres. Tú ya sabes de las preocupaciones nocturnas y lúdicas de los jóvenes de esta edad. Teníamos un raro en la cuadrilla, Martín, muy católico, de Jerez, le encantaban las conversaciones metafisicas y excentricas, esa noche un pelmazo integral con la utopia y la distopía. A lo que íbamos, que estabamos en la verbena de Galanea del Rio, en la barra del bar, y a mi me ponía mucho Nadia la camarera. Pero mucho mucho. Y se me notaba mucho. Pero cuando los Zurni Brothers cantaban el «Asereje» y el «Yo quiero bailar toda la noche» mi abuela vino a buscarme enloquecida. A mi hermana la habia atropellado un coche en la carretera general, no falleció, pero las lesiones le duraron un rato, tres años. El coche se dio a la fuga.


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‎El Palacio Nekue, en Galanea del Rio, provincia de Ávila, pertenece a mi familia desde 1780. Allí, en mitad de la nada, rodeado de vegetación, salvaje pero domesticada. Mis primeros recuerdos son bañándonos en el rio Arebil, con mis hermanos y mis primos, mis últimos recuerdos son del fin de semana pasado porque estuve con María. En primavera y verano, el calor de los rayos de sol me llenan de vida, con el frio y la nieve del invierno siento mi fragilidad. Adoró el bosque, otro día te hablaré de el, y esa habitación grande, en la segunda planta, con una terraza inmensa que mira a Gredos las cuatro estaciones, y el sonido del riachuelo que se escucha. La felicidad en sentido pleno se esconde entre las sabanas de esa habitación, solo o en compañía, en cualquiera de los días del año, en las noches de primavera y verano, con todas las puertas del balcón abiertas, escuchando el silencio que llega desde la oscuridad, en invierno ver nevar o llover o granizar, o sentirse golpeados por rayos de tormenta detrás de los cristales y protegidos por el calor de la calefacción. Es una experiencia única estar allí. Cierro los ojos y recuerdo cientos de momentos, y quiero mas.


Continuará...

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