enprimavera

Un proyecto de Mikel Hirie


1. Ruth. Javier.

Nos alojamos en el hotel restaurante Doña Carmen. Junto al Duero. Tordesillas. Llegamos el viernes a las nueve. Paseamos por las calles, ya nocturnas, y cenamos en la hamburguesería Colagón. Y luego tres cañas por ahi. De regreso al hotel, ya en sábado, a las 00.14, lanzamos sobre el rio una botella con tres deseos que queríamos se cumpliesen esa primavera que comenzaba el domingo, día 20. Nuestra conciencia climática-ecológica sucumbió a la tentación, y quisimos priorizar nuestro capricho lanzando el bote de cristal al rio. “En Tordesillas, los dos aquí, presentes, transeúntes, Ruth y Javier, caminamos sobre este puente, sobre las aguas del Duero, y formulamos por escrito, estos nuestros tres deseos, con el ansia de que se cumplan esta primavera”. Y subimos a dormir, sin lujuria ni deseo porque no somos pareja. Nos levantamos a las ocho, y desayunamos en la cafetería del hotel. Íbamos a la boda de Lucas y Rosa en Arévalo, porque somos amigos de Lucas y Rosa. Nos alojamos en el hotel Posada Real Los Cinco Linajes, comimos por ahí, y ya por la tarde nos vestimos según las normas establecidas y acudimos a las celebraciones: la religiosa, la social, la gastronómica y la festiva. Yo de traje, Ruth con su vestido fucsia y los zapatos con tacones del mismo color. Ruth se despidió de mi a las dos de la madrugada, porque se marchó por ahí con Marcos, un primo de la novia que conocimos esa noche y que vive en Albacete.


2. Ruth. Marcos.

Marcos, uno de los primos del novio, resultó ser un tipo divertido que vive en una ciudad donde nunca estuve, Albacete. Nos sentaron en la celebración religiosa y en la cena juntos, y no paramos de reír en toda la noche. Luego resultó que también le gusta bailar, como a mí, y bailamos. Al rato de encontrarnos pareciera que nos conocíamos desde siempre y compartimos los detalles de nuestra personalidad. Marcos es electricista, tiene una pequeña empresa, rompió con Raquel, su esposa de toda la vida, hace seis meses, y estaba sólo en la boda porque sus padres, los tíos de Rosa, la novia, ya no están para celebraciones ni para viajes. Marcos no tiene hijos, y ahora vive solo. Me contó de sus tareas domésticas, y de que no tiene amigos porque en el matrimonio se separaron de todos, y que no va al gimnasio, ni corre, ni monta en bici, ni nada. Que le gusta leer, y la música, y que cuando era joven viajaba mucho, y tenía una cuadrilla muy activa y divertida, y que todo cambió con la llegada de Raquel. Yo también le conté de mi divorcio. Además de en la alegría, coincidimos en la soledad, y en el deseo de volver a tener vida y ser felices. Esa noche pudo haber pasado lo que no paso. “M gustas mucho Ruth”, me susurró. Nos hemos prometido volver a desayunar juntos pronto. En el Ágora café, cerca de mi piso, cuando él venga a León. En el Ároma café, cerca de su piso, cuando vaya a Albacete yo.


3. Ruth. Javier. Rosa. Lucas.

Ruth y Javier coincidieron con Lucas y Rosa en la Universidad de Salamanca, de estudiantes. Se encontraron y se dieron vida, la misma que yo les doy ahora cuando te cuento de ellos. Aquellos tiempos compartidos fueron primero de aulas y bares y calles, y luego vivieron juntos en un piso, tres años. Lucas, llegaba de Burgos. Rosa, de Madrid, Ruth y Javier de León. No es lo mismo sentir la Plaza Mayor de Salamanca por viajero que por residente. Ellos conocieron los secretos de la ciudad a ritmo lento y con festiva intensidad. Sus peripecias y andaduras incluyen un amplio catálogo de actividades. Para los dolores frecuentaban la farmacia de la calle Zamora. Y compraban en la papelería Pablos de la calle Concejo. Las ocasiones especiales, las celebraron con solemnidad en el café Novelty de la Plaza Mayor. Lucas y Rosa se hicieron pareja en el último curso, les vino bien que sus abuelos y familias fuesen nativos de Arévalo, y por eso se han casado allí. Ruth y Javier continuaron su amistad en León. Ruth se casó con José. Javier se casó con Yolanda. Se separaron los cuatro. Lucas y Rosa estuvieron en sus bodas. Martín, Pili, Carlos, Rebeca, sus otros grandes amigos de la etapa estudiantes, estuvieron también.


4. Javier. Ruth.

Todo es nuevo y maravilloso cuando conoces a alguien. En ocasiones hay decepción y derrumbe de expectativas, entre ellos no ocurrió así. Marcos subió a León para estar con Ruth. Llegó en coche desde Albacete. Llegó el viernes a las seis. Ruth vive en la avenida del alcalde Miguel Castaño. Marcos aparcó en la plaza de garaje de Ruth. Ruth le enseño su piso, también la habitación de invitados que preparó para Marcos. El piso de Ruth es grande, tres habitaciones, dos baños, y un salón grande también. A las 18.30 ya estaban en la calle, por el barrio húmedo. Se acercaron por la calle Ancha hasta la catedral. Tomaron cañas en “Que trabaje Rita” de la plaza Mayor y en “El patio” de la plaza Torres de Omaña y en “La Jungla” de la plaza la Inmaculada. Cenaron en el BUN N HAM Burger & Fries. Llegaron al piso a las doce y seis. Se acostaron juntos, y tuvieron sexo por primera vez en la cama de Ruth. Hicieron el amor. Desayunaron a las once en el Ágora café. El sábado compraron un número de lotería en el número 33 de la avenida Miguel Castaño. El sábado compraron algo íntimo en la farmacia de la avenida Miguel Castaño 36. El sábado y el domingo conversaron, pasearon, desayunaron, comieron, tomaron pinchos,  tomaron cañas, y se acostaron juntos y tuvieron mas sexo con amor en la cama de Ruth.


5. Ruth. Marcos. Javier.

Marcos y Ruth quedaron con Javier el viernes y el sábado. Porque Ruth y Javier son grandes amigos que quedan casi todos los sábados por la tarde.  A veces hacen las compras del supermercado, a veces pasean por el centro, a veces van al cine, al teatro o a algún concierto, o salen para comprar ropa. En León siempre hay mucho para hacer. Javier vive al final de la avenida de los Reyes Leoneses. Javier y Ruth enseñaron a Marcos el Musac. A Marcos le encantó la exposición Medir Tierra de Fernando Renes. Sólo los sábados Javier hace vida social que no es laboral ni familiar. El resto de la semana la vida de Javier son obligaciones y soledad, las circunstancias le han arrojado a vivir muy solo y no porque carezca de competencias y condiciones para ser más social. Él, como Marcos y como Ruth es uno de los millones de adultos así. Lo hablaron entre cañas el viernes y el sábado.  “Yo no me considero un tipo insoportable del que la gente huya” dijo Javier en la cervecería La Marina. “Espero explorar nuevas galaxias con Ruth” se sinceró Marcos en el Denébola café. “Yo tengo aun que cicatrizar heridas”, confesó Ruth en La Factoria H3 café.


6. Javier. Ruth.

La boda de Lucas y Rosa fue el 19 de marzo, sábado. En la finca. Allí fueron las cuatro celebraciones, la religiosa, la social, la gastronómica y la festiva. 150 invitados. En la ceremonia religiosa nos sentaron junto a Marcos, Marta y Chema. En la cena también. La celebración religiosa fue muy corta, empezó a las ocho. La invitación que habíamos recibido el mes de setiembre, yo el jueves 23, indicaba con exactitud los horarios. A las ocho, la ceremonia religiosa. A las nueve, coctel. A las diez, la cena. Ruth y yo llegamos a las 19,30, aparcamos el coche en la zona reservada para ello, y nos reunimos con Martín, Pili, Carlos y Rebeca que acababan de llegar. No conocíamos a nadie más. Paco, el hermano mayor de Lucas, leyó un texto en la ceremonia religiosa: “Lucas y Rosa son un ejemplo para todos de alegría y generosidad”.  Reyes, la hermana pequeña de Rosa, improvisó unas palabras antes de partir la tarta: “Lucas y Rosa son un ejemplo para todos de coherencia y felicidad”. Para entonces ya Marta y Chema, nuestra compañía de cena, nos habían detallado que vivían en Benavente, y conocíamos todos los detalles de su patrimonio mobiliario, negocios, componentes familiares, enfermedades congénitas, expectativas y secuelas, opiniones políticas, compromisos religiosos y  enemistades municipales. Marcos, por el contrario, estuvo encantador con Ruth y conmigo.


7. Lucas. Rosa. Ruth. Javier.

Cuando Lucas y Rosa acabaron la Universidad, Lucas regresó a Burgos y Rosa a Madrid. Lucas ya era abogado, Rosa, farmacéutica. A medio camino entre Burgos y Madrid, la casa vacía de los padres de Lucas en Arévalo se convirtió en su lugar de encuentro los fines de semana. Así tres años. En nueve ocasiones nos reunimos allí los que fuimos compañeros de universidad para seguir cuidando lo nuestro y recordar lo que vivimos en Salamanca. Nuestras parejas de entonces no fueron invitadas. Es una elección inteligente mantener con fluidez las conexiones sólidas con aquellas personas importantes en cada etapa de nuestra vida. Es inteligente celebrar y cultivar los vínculos. La cañas y los cafés en el Alcocer, en el Milenium, en La 5º rueda, en el Mitos y en los otros fueron rituales de confidencias. Y con los 6307 euros que nos tocaron en la Bonoloto que compramos en la administración de lotería de la calle Zapateros pagamos los viajes a Santander y Zaragoza. Nos acompañaron las nieves, las lluvias y el frio del invierno y el otoño, también el calor y el sol de la primavera y el verano castellano.  Sin duda Arévalo fue un lugar neurálgico en esta etapa de nuestras vidas.


8. Rosa. Lucas. Ruth. Javier.

Cuando Lucas y Rosa se fueron a vivir juntos al piso de la calle de La Palma en Madrid, diez días después fuimos a visitarlos. Es un piso grande, con dos baños y tres habitaciones. Nos instalamos en la habitación vacía los seis, y aquello, con los seis colchones sobre el suelo y la ropa sobre las sillas, parecía la estancia de una casa de colonias veraniega repleta de muchachos excitados y con ganas de disfrutar. Fueron dos noches, las del viernes y la del sábado. Para evitar el colapso entre nosotros establecimos unas normas férreas que todos cumplimos. Nos reímos del pijama de Javier. Nos reímos de las bragas de Pili. Nos reímos del neceser de Rebeca. Nos reímos del jabón de Martín. Nos reímos de los pelos de Carlos al levantarse. Se enfadaron conmigo porque me entretuve en el baño. Luego supimos que la chica que Martín conoció en el Federal café de la plaza de las Comendadoras se llamaba Lucía, y que tuvieron una relación que duro cinco meses, y que Lucas  y Rosa, generosos, les facilitaron los encuentros en su piso. Luego supimos que Lucía y Rosa, se hicieron muy buenas amigas, y que mantuvieron la relación cuando Martín y Lucía rompieron. Y por eso Lucía estuvo también en la boda de Lucas y Rosa, con Alfredo, el que ahora es su marido.


9. Javier. Ruth.

Ruth y Javier no se conocían antes de coincidir en Salamanca, en la Universidad. Ruth estudió psicología. Javier sociología. Crecieron en barrios distintos de León. Los dos buenos estudiantes. Quizás se cruzaron en algún pasillo de la biblioteca pública. La frecuentaban los dos. Quizás se cruzaron en las pruebas de selectividad. Quizás se cruzaron en el tren, subiendo a Ponferrada. O quizás en las piscinas, en el centro comercial o en la plaza del Grano, en el parque de San Francisco o de Santo Domingo. Quizás coincidiesen en la libreria La Latina, ya en Salamanca. O en la cafeteria de la Universidad.No lo reconocen ni lo recuerdan. En realidad Ruth y Javier coincidieron conociendose una noche de sábado en el piso de Ana, la compañera de clase de Ruth, porque celebró una fiesta. Ana, la amiga de Juanjo, el único amigo de Javier en aquel entonces. Aquella extraña noche de sábado en abril, los demás embrutecidos por el alcohol y la inmadurez, Ruth y Javier conversaron con vehemencia sobre cansancio, incertidumbre, certezas, expectativas, amenazas, salud mental, tristeza, personajes y personas, tendencias suicidas, mentiras y pretextos, crisis, confianza, huidas, fetiches y errores, flujos, cuidados, rupturas, desconexiones y tecnología, populismo y pesimismos, rutas,retos y rumbos, protección, desamparo, diálogos sordos, incoherencias sostenibles, emociones y modelos de familia, adicciones, contradicciones, rebeldías y anhelos,..  radiografías de sociedad con marcas de la complejidad, el desasosiego, y la desesperanza. Abandonaron la fiesta a las tres de la mañana, continuaron conversando por las calles de Salamanca hasta las nueve.  Y desayunaron juntos antes de irse a dormir cada uno por su lado.


10. Yolanda. Javier.

Conocí a Yolanda en el Instituto, ella era también profesora del centro. Nunca antes sentí la atracción no intelectual por un cuerpo que camina y se expresa. Mis pensamientos con ella abandonaron los lugares clásicos de las palabras porque querían correr veloces a los hechos. Fantaseé con ella de setiembre a diciembre. Prolongamos en mi cama, nosotros solos, la cena de Navidad del equipo de profesores, y como canta Sabina, “apenas llegó se instaló para siempre en mi vida”. Aquel para siempre fueron seis años, nos casamos también. Lo pasamos muy bien. No conviene acostumbrarse a lo bueno que más tarde desaparecerá. Lo disfrutamos mucho. La personalidad compleja que soy, de pensamientos densos, la deshacía Yolanda. Éramos cómplices y complementarios. Me acomodé a esa vida fácil con ella. Aún era inexperto. En las relaciones humanas, placidas y dulces, también hay emociones ocultas, vacíos y silencios. En primavera y de repente, ella me confesó que se sentía incompleta conmigo, yo me derrumbé. Ahora ya sé que los fuegos se apagan . “Javier, no es por ti, es por mi”. Pero yo me sentí fracasar. De repente tu casa  vuelve a ser un lugar aburrido y el silencio sustituye las vibraciones de la sonoridad. Entre expectativas y pretextos Yolanda ahora vive con Pablo, un profesor de Universidad.


11. Ruth. Javier.

“En Tordesillas, los dos aquí, presentes, transeúntes, Ruth y Javier, caminamos sobre este puente, sobre las aguas del Duero, y formulamos por escrito, estos nuestros tres deseos, con el ansia de que se cumplan esta primavera. No hay nada mas triste que abandonarse a vivir desilusionados, y queremos recuperar la alegría de las expectativas, sentir, desear, soñar, imaginar, disfrutar, vivir, sucesos y momentos que nos regalan felicidad. Queremos que cicatricen las heridas, sobreponernos a las secuelas de lo que aconteció. Cuidarnos, tranquilos, y confiar. Queremos salir de este vacío y completarnos. Queremos impregnar nuestras vidas, de magia, éxito, cordura, sentido y madurez”. Y después, Javier y yo caminamos por la acera estrecha del puente, bajo el frio. Escuchando el rugir de las aguas que se llevaban nuestros deseos hasta Portugal, Oporto, el Atlántico. Después de esta aclaración y sus consideraciones, bajo los parámetros y las consecuencias de nuestras decisiones, nos correspondía articular, priorizar, resolver, encajar, con coherencia, destreza y soltura, competentes y capaces, las piezas de nuestro desmontado puzle vital. A las 00,14 del primer día de la primavera, en el inicio de la road movie, con ritual, nos juramos a nosotros mismos impulsar, fortalecer, cimentar y provocar lo nuevo para atraer lo mejor. Y en agradecimiento lanzaríamos al Tajo, al Ebro y al Miño, nuevo testimonio.


12. Javier.

"Resilencia Javier", me digo. Martes. Desayuné un café con leche en el Roma Bakery. Clases en el instituto por la mañana. Comer en casa, garbanzos con verduras, un filete empanado y un flan. Solo bebo agua en las comidas. Veinte minutos de siesta, en el sofa gris, Risto me duerme en La 4 con “Todo es mentira”. Después salí a caminar. Dos horas. Luego compras en el supermercado. El teléfono no sonó en todo el día. Arrastro soledad de la que cansa. De mi hermano Ramón no sé nada desde el mes pasado. Comeré el domingo en casa de mis padres. El teléfono hoy tampoco sonó. Muertos en Ucrania. Leí antes de cenar, ocho de esas historias divertidas del libro, “Tal día como ayer” que compré en la librería Ziaro. Ensalada, mejillones con tomate y cuajada. Me tomé un café a las cinco en el Alean de la plaza la Picara Justina. Me he pasado el día solo. Pudieron haberme envenenado con el café y morir esta tarde, tardarían en saber de mi fallecimiento.  En mi funeral habría mucha gente. El sacerdote diría en la misa de mi que fui un ejemplo de responsabilidad y compromiso. Loli, la profesora de lengua perdonaría, ya muerto, que en mis asignaturas suspenda poco. En el bachillerato examinamos cosas inútiles, no les enseñamos a fracasar ni a resistir ni a combinar los ingredientes para cocinarse. Mis alumnos me respetan porque les trato con cercania y con cariño. Yo les digo que hagan de sus vidas obras de arte pero son muy jóvenes aún para entenderme. Provocó conversaciones en el aula pero ahora son cuerpos hipersexualizados, de imagen impoluta, siempre disponibles para comprar. No volvería a su edad. 


13. Javier.

"Resilencia Javier", me digo en dialogo interior. No tengo intención de regodearme relatando los dolores de la ruptura con Yolanda pero resulta difícil de encajar que una persona desaparezca de tu vida de manera intencionada. Las vacaciones, los viajes, el ocio, las inquietudes y los intereses compartidos, las conversaciones, los cuerpos cómplices,…se desmoronan porque saltan al vacío. Los restos y el rastro de la persona que desapareció lo contaminan todo, y no por la ausencia, mas bien por la presencia señalando la fugacidad de los momentos y el riesgo a nuevos sinsentidos. En adelante, irrepetible, al menos en mi caso, me contagie de ilusiones contenidas para no volver a sentirme dolorido. Y luego los momentos suenan de otro modo. La mirada intensa de Nuria en el café Dindurra de Gijón fue distinta. Las palabras de Anabel en el bar 269 de Zaragoza rodaron más ligeras. El beso de Carmen en la taberna Alegría de Valladolid rozaba con menos pasión. Los planes de futuro con Marga en la pastelería Colofón de Burgos se presentaban mas insolventes.  Creo que vivir consciente es batallar contra las sospechas de infortunio, las tristezas y el desamparo, guerrero y con ardor. Pero voy a prometerme a mi mismo recomponerme para ser otro. Y no volveré a detenerme en pensamientos oscuros.


14. Paco. Marisa.

El hermano mayor de Lucas se llama Paco. Vive en Ávila con su esposa Marisa. Tienen tres hijos, Manu, Loren y Agustín. He pensado que me gustaría ser Paco, y que Marisa me dijese, “Javier te amo” y que como ellos fuésemos de vacaciones, en verano a Cadiz, y en Semana Santa a Portugal. Iría a las reuniones del colegio con Manu, buen estudiante, Loren olvidadizo y Agustín, rebelde y peleón. Marisa  y yo haríamos el amor dos veces por semana, los sábados por la tarde cuando los niños salen con los amigos, y los martes en la siesta porque ellos están en clase y se quedan en el comedor. Una vez al mes pasaríamos un fin de semana en Madrid, con mi hermano Lucas y mi cuñada Rosa. Ellos no tienen niños aun y les encanta hacer cosas con Manu, Loren y Agustín. Vivimos en una casa grande en el paseo San Roque y nos encanta el calor del hogar cuando nieva en la calle. Dos chiquillos juegan a futbol y otro a baloncesto. Tenemos una cuadrilla de amigos con la que salimos los viernes por la tarde. Quedamos en la taberna del viajero.Marisa es fácil de llevar, buena madre y buena esposa. Y yo también soy un padre ejemplar. 


15. Felix. Reyes.

El marido de Reyes, la hermana pequeña de Rosa, se llama Félix. Viven en Madrid. No tienen hijos. He pensado que me gustaría ser Félix y ser empresario con negocios. Ser administrador de cinco empresas de construcción y servicios auxiliares. A Reyes y Félix les va muy bien económicamente. Viven en la calle Serrano, en el barrio de Salamanca. No tienen que ocuparse de los asuntos de hogar, ni de limpieza, cocinar, hacer la compra, Blanca y Miriam, “empleadas del hogar”, se encargan de ello. En realidad pocas veces entre semana comen en casa. Reyes es profesora de la Complutense. Algunos sábados salen a pasear y se acercan hasta la puerta del Sol, por la calle y la Puerta de Alcalá, Cibeles. En realidad salen de compras, porque regresan con muchas bolsas. La enfermedad de Reyes, que ocultan, les lleva alguna tarde hasta  la farmacia, o la que está en el número 112 de su calle, o la que está en el número 149, o la que está en el numero 186, o la que está en el número 207, o la que está en el número 222. He pensado que me gustaría ser Félix, pero con casa en Pontevedra y yate. Y también una amante. Y viajes de negocios por París, Moscú, Roma, Londres y Singapur. Y que Reyes me llamase por teléfono para preguntarme “Javier ¿cómo fue la reunión de la tarde?”.


16. Andrés.

Andrés, el hermano mayor de Rosa, vive en Madrid. Está soltero. Nos conocimos en la boda. Trabaja en una oficina de seguros. Va al gimnasio todos los días para mantenerse en forma. He pensado que me gustaría ser Andrés. Ejercicio, deporte, salud, calidad de vida, alimentación excelente. Levantar pesas y hacer máquinas. Disciplina. Rutina. Sudar mucho. Desintoxicación mental y relajación. Verse bien y mejorar la apariencia física. Deslumbrar a todos aquellos que me miren caminar. Glúteos, piernas, pantorrillas, bíceps, tríceps, espalda, hombros: cuerpo perfecto. Placer. Autoestima. Con energía vital. Rosa me ha contado de la vida personal de Andrés, libre y ligera. Le ha encantado desde siempre ser conquistador. Amante sin compromisos. Evita enamorarse. Ajeno a los vínculos. Entregado al atractivo. Pasión. Hábil para las caricias. Respetuoso. Imaginativo, ameno y sensual. Cariñoso. Huye del aburrimiento y la monotonía. Aprendió a escuchar y practicar la empatía. Espontaneo y atrevido. Fluir, dejarse llevar sin miedo a probar cosas nuevas le llevó a lo más alto. Risas. Oxitocina. Sin atajos, Andrés mezcal lo romántico y lo pasional. Con sorpresas. Efímero. Citas. Escenario. Luz. Conversación. Ritmo. Sentir. Ternura. Intenso. Complicidad. Deseo. Con una agenda de planes nuevos. “Tienes un cuerpo muy bonito Javier”. “Te deseo”. Con la ayuda de un entrenador físico.


17. Alfredo. Lucia.

He pensado que me gustaría ser como Alfredo, el marido de Lucía. Ahora es un dirigente político. Aparece en televisión. Le escucho que opinan sobre valores y pensiones de jubilación, violencias y Agenda 2030, desarrollo sostenible, patria, guerra, la España vaciada, impuestos. Le conocí en la boda de Lucas y Rosa, antes Martín ya me había hablado de él. En el debate de ayer noche opinaba sobre corrupción, monarquía, ejemplaridad, ética pública y ciudadanía cívica. He pensado que me gustaría ser como Alfredo, con responsabilidad en las palabras, discursos, influyendo. Con reuniones. Rodeado de personas importantes. En comidas y celebraciones. Conversaciones, viajes, acuerdos, negociaciones. Eligiendo a las personas mas competentes para la toma de decisiones mas sensatas. Arriesgando. Soportando las críticas, los errores, las contradicciones sostenibles. Observando para posicionarse. Y también fiel y sumiso a las directrices, las orientaciones, los parámetros. Ejecutivo. Lider carismático. Gestionando la reputación, sometido al escrutinio de los otros. Ir en el metro y ser reconocido. Recibir invitaciones para convocatorias. Leer tú nombre en los periódicos y en las publicaciones digitales. Tener fans y ser odiado en twitter. Sentir la compañía del grupo, en equipo. Recibir aplausos. Estar en el cartel. Formar parte de rutas y rumbos que transforman la vida de los otros. 


18. Ruth. Marcos. Javier.

Ruth y yo volvimos de la boda de Lucas y Rosa el domingo por la tarde. Conducia yo. Ruth muy interesada por Marcos. Más bien entusiasmada, en el principio de una relación. Desde que Ruth se divorció de José hace tres años era la primera vez que la veía contenta, con todas las expectativas despiertas. Desde la Universidad, nuestra amistad incluía sin censuras todos los detalles y las confidencias. Yo supe de lo suyo con Iván, con Mario, con Juan, con Javi, y con Pablo, pero aquello habían sido excursiones sexuales sin ruta ni rumbo con las que entretenerse en la travesía. Sin heridas. Es cierto que a punto estuvo de prolongar lo suyo con Javi, atrapada en las habilidades amatorias del sujeto, pero huyó temerosa de enredarse en una vinculación adictiva sometida a las normas y las formas del placer sin complementos. Los detalles de aquella noche con Marcos expresaban al completo la potencialidad de su encuentro casual:  era atracción física, personal y señalaba conexiones para un proyecto compartido, que incluía ya, algunos objetivos con sentido común.  Llegamos a León tarde, a las nueve de la noche. Acerque a Ruth hasta su casa, me fui a la mía, deshice la maleta y cené. Vi un rato la tele, puse la lavadora, y volví a masturbarme, por entretenerme, por tercera noche consecutiva.


19. Samuel.

He pensado que me gustaría ser como Samuel, el primo de Rosa, y dar clases en la Universidad. De alguna de las ciencias sociales. Y ensayar los monólogos incomprendidos que contarles en clase. Para hablar del miedo, de la muerte, del dolor. Y no me entenderían. Y para escribir libros concentrados en los que exponer mis ideas, mis hipótesis, sobre la vida, inspirado en lo que otros antes escribieron. “¿Vamos o no?” preguntaría en mis clases y en mis libros. Y les propondría trabajos para provocar que exhibieran sus capacidades y su ignorancia. Citaría elegante frases y párrafos de películas, estimulando su inquietud intelectual, su deseo de verlas para plantearse el sentido de vida, coloreada de política, de sicología, de sociología, de filosofía y artes también. Acudiría al aula con artilugios de la vida cotidiana para llamar su atención. Practicaría el sentido del humor con ellos en mis clases, en ocasiones disimuladamente hiriente en diálogos directos para ocultar mi fragilidad. “¿Vamos o no?” repetiría a menudo en el aula, buscando popularizar la expresión entre el alumnado, entre el profesorado, en sus círculos concéntricos. Pretendiendo que algunos de ellos se arrojasen al abismo de la duda, la curiosidad y la búsqueda. En ese otro yo, continuaría sintiendome extraño, malherido y ausente.


20. Javier.

He pensado que me gustaría ser el cantante de una banda que canta canciones sobre escenarios en grandes conciertos y festivales aclamado por la multitud y provocando un devastador efecto magnético. Para ser Loquillo cantando Rock & Roll Star: “Abrirás una revista y me encontrarás a mí, debo ser algo payaso pero eso me hace feliz”. Para ser el Jhon Boy al que cantan los fans y Love of Lesbian. Y moverme elegante sobre el escenario como lo hace el artista que canta su canción. “Mirada universal, de alcance personal, me hipnotizó por fin con su verso letal”. Miles de personas bailarian conmigo, y yo en gigante sobre las pantallas, bajo los efectos de las luces, del sonido, las emociones y el calor, cantando cual líder carismático “y quiero que vengas conmigo, a cualquier otra parte”. Y preguntaría eufórico “¿dónde?”, y responderían pletóricos, “a cualquier otra parte”. Otras veces entonaría excitado desde lo alto en modo Sidonie: “Os quiero aquí. Os quiero aquí. Estáis aquí. Estáis aquí. Ahora mismo estáis aquí. Estáis callados pero sé que estáis aquí” y escucharía vuestro clamor repetitivo de multitud entregada. Enloquecido también cantaría para vosotros “Ven, líbrame del mal”, en modo León Benavente, muy eléctrico, equilibrado, contundente y sensual.


21. Ruth. José.

José, el exmarido de Ruth, la trataba bien, pero a los nueve años se les acabó el amor. Se fueron dando cuenta porque el interés, el entusiasmo, los planes, las ganas, la pasión, se les fueron desvaneciendo por el camino. Las semanas y los meses fueron acentuando la distancia. Se esforzaron por recomponer. No hubo incidentes ni sucesos que provocasen la monotonía. Se dejaron de amar y de sentir. Perdieron la complicidad para transformarse en dos extraños que convivían, que hacían planes con poca intensidad, que viajaban, y que hacían el amor de una manera mecánica. Los cuerpos expresan añoranza y tristeza cuando ya no hay cortocircuitos eléctricos al rozarse, y por salud mental las mentes comienzan a olvidar los episodios memorables de vida luminosa que ocurrieron. A los nueve años después de conocerse acordaron disolver el acuerdo.  Vendieron el piso compartido, inventariaron los bienes para repartírselos, y pactaron mantener una relación amable, y quedar a menudo, como amigos, en honor a los momentos y emociones compartidas, los planes incumplidos y las promesas rotas. Quedaron ayer miércoles, fueron tres cañas, por la calle Burgo Nuevo. En el  Moran, en las Torres y en el Lleras 38. José le contó a Ruth sus vacaciones de Semana Santa en Pontevedra. Ruth le contó a José sus vacaciones en Madrid.


22. Ruth. Marcos. Javier.

1   Estuve con Ruth en Madrid. De jueves a martes. Alquilamos un apartamento en la calle La Palma. Quedamos con Lucas y Rosa tres tardes. Malasaña. Lavapiés. Barrio de Salamanca. Alcalá de Henares. Museo del Prado. Puerta del Sol. Gran Vía. Bocadillo de calamares en La Campana, junto a la plaza Mayor.  2   Estuve con Marcos en Madrid esta Semana Santa. Estuvimos con Rosa y Lucas que ya habían regresado de sus vacaciones de novios por Nueva York. Cenamos una noche en su casa. Desayunábamos en el Federal Café, y el martes 19 celebramos allí habernos conocido, hacía ya  un mes, en la cena de la boda de Lucas y Rosa. 3   Resulta divertido que Marcos y Ruth se conociesen en nuestra boda, que ahora sean pareja, que hayan pasado unos días en Madrid. Resulta extraño verles enamorados, que se besen y se rían, cuanto se conocen ya, y que inspiran complicidad. 4 | Ruth y Javier estuvieron en Zamora el año pasado, por las vacaciones de Semana Santa. Fueron a muchas procesiones diurnas y nocturnas y participaron del silencio y del recogimiento. Austeridad, emoción, arte, colorido, música. La cofradía de la Vera Cruz. Cristo de las Injurias. Hermandad de Jesús Yacente. Virgen de la Soledad. Tenue luz de las velas. Miserere.


23. Ruth. Javier.

5 |  Ruth y yo estuvimos en Zamora el año pasado, por las vacaciones de Semana Santa. Nuestras primeras vacaciones de Semana Santa juntos. Asún, una prima de Ruth, nos invito a pasarlas en su piso vacío de la calle Candelaria Ruiz del Árbol. Desayunábamos en el Azar café, muy cerca del Duero, y a modo de rutina diaria paseábamos después hasta el puente de piedra.  Ruth es muy buena cocinera y se encargó de nuestra alimentación. Comíamos a las dos, y después yo leía, ella se tumbaba en el sofá para ver la televisión. Conversamos mucho. 6 |  Yolanda y yo estuvimos de vacaciones en Valladolid, nuestro último año juntos, por las vacaciones de Semana Santa. Su amiga Carmen nos acogió en su piso de la plaza Las Batallas. Desayunábamos en el café Alegría de la plaza. Todos los días comíamos y cenábamos por ahí porque ni a Yolanda ni a mi nos gusta cocinar.  7 |  Estuve en Zaragoza con Anabel, en 2019, en su piso de la calle Delicias, por las vacaciones de Semana Santa. Pasamos muchas horas en la cafetería Zagaz de su calle , porque a los dos nos gusta mucho comer y allí tienen una barra de pinchos espectacular.


24. Javier.

Me llamo Javier porque mi abuelo paterno se llamaba Javier y mi padre Javier y mi madre, Juani, quisieron que continuase la tradición familiar. Yolanda me advirtió, no tendremos hijos porque no quiero ser madre, pero si lo tuviéramos, no se llamaría Javier. Mi sobrino, el hijo de mi hermano Ramón y mi cuñada Isabel, si se llama Javier. “Yo no me llamo Javier”, cantaba, como los Toreros Muertos, cuando adolescente me enfadaba con mis padres por cualquier motivo. Ahora, en esta crisis personal, he pensado que me gustaría ser como Javier Nart o Javier Gurruchaga o Javier Marías o Javier Mariscal o Javier Krahe o Javier Bardem o Javier Solana o Javier Cámara o Javier Martin o Javier Álvarez o Javier Zulueta o Javier Ruiz o Javier Cercas o Javier Reverte o Javier del Pino o Javier Ambrossi o Javier Clemente o Javier Fesser o Javier Sarda… Pero yo soy Javier García González. Nací y vivo en León. Profesor de Instituto. Estudié sociología en la Universidad de Salamanca. Tuve una infancia feliz. Divorciado. Vivo solo, vivienda propia con hipoteca. En mi única cuenta de ahorros, BBVA, 14.646 euros. 3778 euros en el fondo para la jubilación. Y relaciones sexuales en el último trimestre, ninguna. 


25. Candela. Jorge. Javier.

Jorge estuvo en la boda de Lucas y Rosa. Con Candela, su esposa. Jorge es un compañero de trabajo de Lucas. Viven en Madrid. Se alojó también en nuestro hotel, coincidimos en el ascensor, el sábado, antes de la boda, cuando fuimos a desayunar, y el domingo, cuando lo abandonamos. Jorge es también abogado. He pensado que me gustaría ser Jorge porque Candela es preciosa. Le pregunté a Lucas por ella y me contó detalles, supe también que Lucas y Rosa quedan con ellos a menudo para salir a cenar, para ir al teatro, al cine. También suelen ir a conciertos. Lucas me contó que han hecho varios viajes de fin de semana juntos. Candela es rubia, con ojos azules, de piel blanca. Jorge y Candela estaban en la boda en la mesa de enfrente. Vestía de verde. No pude dejar de mirarla durante toda la boda. No dejo de sonreír. La sentí cuando besaba a Jorge. La sentí el domingo cuando me rozó inconsciente en el ascensor, cuando me saludo suave, “buenos días”. Le pregunté a Lucas por ella. Me contó que es directora de un hotel. Varias veces he pensado en ella durante esta primavera. La voy a recoger al hotel. Nos emborrachamos juntos. Visitamos a Lucas y Rosa. Viajamos con ellos. Le quito la ropa. 


26. Javier.

Vivo al final de la avenida de los Reyes Leoneses. Mi piso  no tiene balcón. Dos habitaciones, una grande y otra pequeña, un salón grande, un baño,  la cocina, y un pequeño pasillo rectangular, en el centro. El baño me gustaría que tuviese ventana. La cocina es pequeña y cuadrada, con ventana hacia un patio. La lavadora es nueva.   Las ventanas de los dormitorios y el salón miran a la avenida. Tengo también un trastero. Y plaza de garaje. Frente a la puerta de entrada al piso, la puerta de la cocina. A la izquierda, la puerta del baño. Mas a la izquierda, la puerta del dormitorio grande. En el otro lado del rectángulo que conforma el pasillo, la puerta del dormitorio pequeño. En el otro lado del rectángulo, la puerta del salón. El pasillo está pintado de azul, claro. Entre la puerta de la cocina y la puerta del baño, un gran cuadro. Entre la puerta de la calle y la puerta del salón seis cuadros. En el salón, un sofá fucsia. En el dormitorio grande, un cama de 1,35 y el armario en rojo y gris, y un pequeño sofá gris, y un escritorio gris. Las mesillas con cajones en rojo y gris. La colcha es de flores. Las sábanas, verdes.


27. Javier.

Sábado 23 de abril. Me levanté a las nueve. Me duché y me vestí para salir a la calle: vaqueros con camiseta naranja, jersey azul, calcetines negros y zapatillas grises. Bajé a la calle por las escaleras. Compré el Diario de León. Caminé por la avenida en dirección al centro y desayuné en el café Alameda de la avenida Padre Isla. Una pareja de turistas en la mesa de al lado conversaba en alto sobre los planes del día. Ella parecia infeliz. Tomé el café, lei los titulares del periódico y volví a la calle. A la altura del número 29 de la Avenida recibí un whatsapp de buenos días de Ruth, me contaba que estaba con Marcos en Toledo y me resumía sus planes del día. Le respondí, “disfrútalo todo”. Saqué dinero en la oficina BBVA de la plaza Santo Domingo. Compré un libro en la Libreria Pastor de la plaza Santo Domingo. Me acerqué al mercado, pasé por la herboristería, por la administración de loterías de la calle Santa Clara. A las 12,14 tomé un café en el Pasaje. Para regresar a casa cogí el autobús. Llegué a la una. Preparé la comida, garbanzos, lomo, yogurt. Pase la tarde en el salón de mi piso: hice la siesta, vi tres películas ( “Deseando amar”, “La calumnia” y “El verano de Kikujiro”) Leí. Para cenar tres sándwich:  chorizo, queso, jamón. Me fui a dormir a las doce. Dormí en boxer y camiseta amarilla. Encendí la radio al acostarme.


28. Javier.

Domingo 24 de abril. Me levanté a las nueve. Me duché y me vestí para salir a la calle: vaqueros con camiseta verde, jersey gris, calcetines negros y zapatillas grises. Boxer verdes. Bajé a la calle por las escaleras. Compré el Diario de León.  Caminé por la avenida de los Reyes Leoneses en dirección al centro: plaza San Marcos, gran vía San Marcos, plaza de la Inmaculada, gran Vía San Marcos, plaza de Santo Domingo, avenida Independencia, avenida Alcálde Miguel Castaño, Avenida José Aguado, calle Maestro Nicolás, hasta avenida Fernández Ladreda. Para regresar a casa cogí el bus 11.  Desayuné en el Kuore café. Comí ensalada, empanada y flan. Cené pure de calabaza, tortilla francesa de atún y un yogurt. Por la tarde puse dos lavadoras, limpié la nevera, pasé la aspiradora, ordené el trastero y vi la tele. Comí tres bombones. Me fui a dormir a las doce. Dormí en boxer y camiseta amarilla. Encendí la radio al acostarme. Tengo siete toallas de ducha: negra, amarilla, roja, granate, verde, azul, fucsia. Ruth me escribió un mensaje de whatsapp a las ocho, que ya estaba en casa, y que muy bien con Marcos, que es un amigo y un amante excepcional.


29. Javier.

Lunes 25 de abril. Me levanté a las siete. Me duché y me vestí para salir a la calle: vaqueros con camiseta gris, jersey rojo, calcetines negros y zapatillas grises. Slip verdes. Bajé a la calle por las escaleras. Compré el Diario de León. Desayuné en el café Alean. Café con leche sin azúcar y tostada con tomate. Leí el periódico.  Leí los digitales de León. Clases en el instituto, primer día después de las vacaciones de Semana Santa. Los alumnos mas revueltos y excitados que de costumbre. Los profesores nos contamos las vacaciones. Gema ha estado en Roma. Sara en Málaga. Roberto en Portugal. Sergio en A Coruña. Les escuché con envidia. Yo, huidizo, les conté que había preferido pasar unos días tranquilos, y descansar, y que me había quedado en León, y que me había dedicado a dormir, comer y pasear. Mentí. Comí un plato combinado en el Alean, el número 4, por hacer algo distinto: patatas fritas, ensaladilla, croquetas de jamón, salchichas. Con agua. Sin café. Y después me acerqué hasta casa porque tenía que planificar mis próximas clases, un día por otro, y aun sin hacer. Cené sopa de fideos con dos latas de sardinas, y arroz con leche. A las once me fui a dormir. 


30 | Ruth y Javier.

Martes 26 de abril. Me levanté a las siete. Me duché y me vestí para salir a la calle: pantalones marrones con camisa verde, jersey verde, calcetines negros y zapatos marrones. Slip rojos. Bajé a la calle por las escaleras. Compré el Diario de León. Desayuné en el café Alean. Café con leche sin azúcar y bocadillito de jamón. Leí el periódico. Leí los digitales de León. Clases en el instituto, segundo día después de vacaciones. Quedé con Ruth en el Alean para comer y me contó los detalles de sus últimos viajes con Marcos: el fin de semana anterior en Toledo, los días de Semana Santa en Madrid, y los fines de semana en Albacete, Valladolid y León, los planes para el próximo fin de semana en Salamanca.  Es cruel exhibir los detalles de felicidad si quien escucha continua vacío de planes y expectativas. La sentí egocéntrica como nunca, nada sensible ni empática. No necesito saber de los detalles de su intimidad con Marcos. Y no es por envidia. Me alegro por ella, por ellos. La abandoné a las cinco porque tenía dentista. Llegué a mi casa a las 7. Cene ensalada con pollo. Y un yogurt.  A las once me fui a dormir.


Continuará...

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